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Día de muertos: de origen hispánico y medieval

Como parte de una de nuestras tradiciones más vivas y festejadas como mexicanos de norte a sur, el Día de Muertos se erige como una celebración multicolorida que contrasta con la típica idea de la muerte como algo lúgubre. Sin embargo, aún esta celebración que nos une no ha estado exenta de ser víctima del populismo oficialista y hasta de nuevas modas extranjeras —propias del marxismo cultural como la etnolatría y el falso indigenismo— en nuestro país, donde se ha querido vender la idea de ser una fiesta exclusiva de origen prehispánico, lo cual es falso, tal como lo demuestra también el arqueólogo mexicano Víctor Joel Santos Ramírez quien subraya que estas fiestas nacen nada menos que de la Europa medieval y sus rituales cristianos, por lo que no son resultado del sincretismo indígena y europeo. Así lo refiere en su ensayo El origen del Día de Muertos, como investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y Maestro por la Universidad Autónoma de Sinaloa. En efecto, será el Papa Bonifacio IV quien inicialmente instaura el 13 de mayo del año 609 como Día de Todos los Santos para honrar a los protectores de la Iglesia y contrarrestar el paganismo, consagrando el antiguo templo romano del Panteón de Agripa como Iglesia de Santa María de los Mártires, mejor conocida actualmente como Santa María la Redonda, modificándose a noviembre por cuestiones de clima y provisión de alimentos en el Viejo Mundo, consagrándose a todos los santos y mártires que gozan de la visión de Dios el 1, mientras el 2 se dedica a quienes reposan en Cristo, sin alcanzar aún la visión beatífica todavía. Ambas celebraciones llegan a México en el siglo XVI, comenzando en las primeras iglesias franciscanas de Texcoco, Tlaxcala y el Convento grande de San Francisco en la capital de la Nueva España, donde el gran Fray Toribio de Benavente «Motolinia» describe que las ofrendas de los indios incluían maíz, mantas, comida, pan, gallinas y, en lugar de vino, cacao. Y ponen sus ceras, porque: «aunque son pobres… buscan de su pobreza y sacan para una candelilla». A finales del siglo XIX las fiestas del Día de Muertos estaban en decadencia, y será hasta el régimen cardenista (1934-1940) que, según el investigador, fueron reinventadas con el propósito de quitarle poder a la Iglesia Católica y asociarlas con la idea nacionalista, destacando a la muerte por encima de los santos: «Para tal efecto, Cárdenas se hizo rodear de intelectuales socialistas como Frida Kahlo, Diego Rivera, Octavio Paz y José Clemente Orozco. Lo cierto es que este proceso ya venía desarrollándose desde las reformas de Juárez; los grabados de José Guadalupe Posada son una muestra de esa desacralización y del divertimento que ya tenía la fiesta del Día de Muertos al inicio del siglo XX. Lo nuevo fue integrarla a la idea nacionalista y exponerla como parte del folclor mexicano, como ya se aprecia en la película ¡Qué Viva México! (1930), de Serguéi Ensenstein, asesorada, por cierto, por algunos de los intelectuales antes mencionados». Como refiere el arqueólogo en su estudio, lo reprobable en este caso no es desconocer el carácter religioso de las festividades, sino vender la falsa idea de un supuesto «origen prehispánico», que a su juicio es: «Una mentira fabricada que ha venido repitiéndose hasta el día de hoy, legitimada por intelectuales, incluidos historiadores y antropólogos, así como por políticos, ahora con una nueva modalidad: convertirla en un producto de consumo turístico, lo cual se ha venido concretando durante las primeras dos décadas del siglo XXI (el caso más notorio es el famoso Desfile de muertos de la Ciudad de México) y entonces sí, estaremos hablando de una celebración sincrética, vacua y anticultural». Sin duda, algo que coincide también con lo asentado hace más de una década también por otra antropóloga como la Dra. Elisa Malvido (Q.E.P.D.), quien subrayó a través de diversas publicaciones, tanto como presentaciones, el origen eminentemente europeo medieval de una de las celebraciones que, gracias a nuestra Herencia Hispánica, hoy por hoy, todos los mexicanos nos podemos honrar que nos pertenece.

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El odio a lo mexicano

«Si un mexicano  odia lo español, se odia a si mismo». Miguel León Portilla. Uno de los fenómenos políticos más importantes del siglo XX y en los que menos se ha reparado es el ocaso del Imperio Británico. A la par que el fin del Imperio Ruso y la elevación de la tiranía socialista soviética, la desconfiguración de esta  hegemonía supuso en su momento un duro golpe al poderío y dignidad de la nación que se enseñoreaba todavía como “reina de los mares” en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Para lograr sobrellevar esta decadencia en sus instituciones y sobre todo entre sus ciudadanos, Reino Unido se vio orillado a recurrir a dos herramientas para salvaguardar lo posible a través de la gobernanza y la retórica. En el primer caso, a través de una mancomunidad de naciones de habla inglesa, la Comonwealth, sobre las que fueron sus antiguas colonias con el fomento de vínculos comerciales e identitarios en estos nuevos países independientes; y en segundo lugar, a través del relanzamiento de la Leyenda negra antihispana en la que en vez de reparar en las antiguas glorias inglesas se enfatizaba el mito de la supuesta crueldad y oscurantismo del Imperio español en América y en el mundo, con lo que se recalentaba también una nueva entrega de odio con racismo sistematizado—muy mal disimulado—contra el mestizaje, la religiosidad católica y los grandes frutos que esta mezcla logró brindar a lo largo de trescientos años de civilización y hermanamiento a la cultura occidental. Esta embestida de propaganda oficial se diseñó para ser diseminada a través de dos frentes: en el viejo y en el nuevo mundo a partir de la década de los veintes. Desde el gobierno británico sobre España, a través de aislamiento diplomático e impresos en el primer caso, en tanto por la vía del Smithsonian como institución cultural de gobierno en los Estados Unidos de Norteamérica. De este caldo de cultivo abrevaron varios regímenes políticos en ambos lados del mar haciendo sentir sus efectos; ya sea a través de apoyo contra el bando nacionalista durante la Guerra Civil española como lo hizo Stalin directamente o el gobierno norteamericano a través de la Brigada Abraham Lincoln; y en México el régimen de la “revolución  triunfante” con asesinatos y persecusiones antirreligiosas que duraron hasta 1941, además de la imposición de la educación socialista desde la Máxima Casa de Esudios del país. En nuestro país, una de las medidas oficiales para justificar esto fue la publicación de pasquines donde se endiosaba un falso indigenismo etnólatra y centralista en detrimento de las 200 naciones indígenas existentes, de la herencia mestiza y las tradiciones religiosas a través de la cultura financiada por el gobierno como es el caso de los murales de Diego Rivera en contra de la epopeya de la Conquista y el Virreinato donde el cretinismo doloso le hizo reproducir, con muy buena paga, desde crueldades inexistentes hasta los desvaríos archirefutados del gran mitómano esclavista que fue Bartolomé de las Casas. El odio contra lo español se tradujo a su vez en odio hacia todo lo mexicano, no solo en nuestro país, como era de esperarse, puesto que si los hijos propios de aquella gran mezcla de los hispano peninsular y lo nativo americano no fueron capaces de advertir que esto era en detrimento de su población, los hijos de Inglaterra al norte del Río Bravo sí se los hicieron saber a través de linchamientos públicos tanto como medidas discriminatorias impuestas desde establecimientos, hoteles y negocios donde públicamente se les negaba entrada o servicio a mexicanos, españoles y negros por igual hasta la promulgación de los Derechos Civiles en el año de 1970. En México por desgracia, esta estela de adoctrinamiento burdo ha persistido hasta la fecha tanto en el imaginario del ciudadano común como en el discurso oficial de los distintos gobiernos y regímenes que desde entonces apuestan a la desmemoria histórica para lucrar, solo desde la retórica hueca, con supuestos agravios contra indígenas muertos para olvidarse de los indígenas que viven y de la nación mestiza a la que deberían representar.

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Los irlandeses que murieron mexicanos (Parte final)

Por: Enrique Sada Sandoval Scott sólo redujo sentencia a 15 san patricios prisioneros. A Riley y cinco compañeros se les suspendió la pena de muerte porque habían desertado antes de que el Congreso estadounidense declarara la guerra. En lugar de ser ahorcados, estos hombres recibirían cincuenta azotes en la espalda y serían marcados con un hierro candente con la letra “D” (de desertor) de cinco centímetros, permaneciendo prisioneros mientras el ejército invasor se mantuvo en el país. El 7 de septiembre de 1847 terminó el armisticio, y mientras continuaron las batallas en los alrededores de la ciudad de México, los san patricios condenados enfrentaron su sentencia. El 10 de septiembre, 14 hombres fueron atados a los árboles en la plaza de San Ángel, tras lo cual un arriero mexicano les infligió cincuenta latigazos en sus espaldas en tanto 16 san patricios vestidos con sus uniformes mexicanos eran colgados. Nueve de los cuerpos fueron enterrados en las cercanías, y sus tumbas fueron cavadas por Riley y los otros prisioneros marcados. Tres días después de las ejecuciones de San Ángel, los treinta restantes fueron ahorcados cerca de Mixcoac de una manera tan cruel como dramática: el coronel William Harney, siguiendo seguramente órdenes de Scott, coordinó las ejecuciones con el asalto estadounidense al castillo de Chapultepec, que se veía claramente a distancia. En la madrugada colocó a los prisioneros en las carretas debajo de los cadalsos y anunció que permanecerían ahí, con las sogas alrededor del cuello, hasta que la bandera estadounidense se izara sobre el castillo. Poco antes de las nueve y media de la mañana, cuando las barras y estrellas remplazaron a la bandera mexicana sobre el alcázar, el coronel ondeó su espada y las carretas avanzaron sin detenerse, lanzando a los san patricios hacia la eternidad. El Batallón de San Patricio tuvo una vida corta; la mayoría de sus veteranos fueron removidos de sus cargos, otros siguieron arrestados y algunos más fueron deportados o trasladados como Riley, a Puebla de los ángeles. Aunque Puebla era un lugar de servicio agradable y Riley un oficial con grado de campo, parece no haber recibido la atención o subsistencia correspondiente con su heroísmo, pues para julio de 1848 se quejaba ante el cónsul británico en la capital mexicana: «Me he estado muriendo de hambre en estas calles de Puebla». Según cálculos propios, su pago retroactivo sumaba la cantidad de 1,275 pesos más 456 pesos por asegurar personalmente los alistamientos de 152 hombres en el Batallón de San Patricio (un acuerdo previo establecía tres pesos por cada uno). Además, solicitaba licencia absoluta y nueve leguas de tierra en Sonora o Jalisco para su subsistencia. Para el verano de 1850, Riley recibió licencia con paga completa por incapacidad de servicio, y fue enviado a Veracruz, donde seguramente se embarcó. Aunque Riley recibió licencia absoluta con honores en ese mismo año, las memorias del militar Samuel Chamberlain sostienen que después de la guerra, Riley se casó con una acaudalada señora y se quedó a vivir en México para siempre. Sin embargo, otros indicios más recientes apuntan a sus descendientes, quienes refieren que en Veracruz se embarcó rumbo a Tejas para establecerse ahí, volviendo a su Patria, la nuestra, sólo para morir y ser enterrado en la catedral veracruzana. Dos veces al año, el día de San Patricio y en el aniversario de los ahorcamientos, mexicanos e irlandeses se reúnen en la Plaza de San Jacinto en San Ángel para honrar a los san patricios. Es una ceremonia conmovedora (pese al desinterés del Gobierno Mexicano). Si alguna vez un gobierno patriota se propusiera erigir una placa conmemorativa respetable en honor a los san patricios o un monumento verdaderamente digno de los hombres que por su propia cuenta decidieron morir como mexicanos pese al hecho de haber nacido extranjeros, esta deberá incluir sin lugar a dudas a los 57 miembros que perdieron sus vidas, luchando contra el más cruel de los invasores entre las ondonadas semiáridas y los campos que circundan el Valle de La Angostura en Coahuila y de Churubusco, además de los 50 ahorcados en las afueras de la ciudad de México. La Patria espera generosa el día en que la voz le sea dada para recordar, por medio de sus propios hijos, con los honores y el amor correspondiente, a todos aquellos que derramaron su sangre o perdieron su vida por acudir al auxilio de la misma durante una de sus horas más oscuras.

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 ¿Qué es el suicidio?

Por: Cielo Saraí González Silverio y Claudia González Dinero. El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el acto deliberado de quitarse la vida. Su prevalencia y los métodos utilizados varían de acuerdo a los diferentes países. Desde el punto de vista de la salud mental, las y los adolescentes poseen vulnerabilidades particulares por su etapa del desarrollo. Es común que el profesional de la salud recurra a la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) (OMS, 1990) para definir o categorizar la condición que está tratando. Efectivamente, la CIE en su décima edición, dispone de un apartado al respecto; sin embargo, la citada definición no se revisa a profundidad en este texto en virtud de que la clasificación que se expone sobre las lesiones autoinfligidas intencionalmente sólo está en función del método utilizado para la lesión (OMS, 1990; OMS, 2018b). Se puede considerar la publicación de Durkheim (1897) como el inicio de la investigación cuantitativa en el campo del suicidio. En su propuesta sociológica sobre el suicidio, definió al fenómeno como «todo caso de muerte que resulte directa o indirectamente de un acto positivo o negativo, ejecutado por la propia víctima, a sabiendas de que habría de producir este resultado» (p. 14). Con el paso de los años se han postulado diversas definiciones sobre el suicidio. A continuación, se enlistan algunas de las más relevantes: Shneidman (1985), por ejemplo, considera al suicidio como un acto consciente de aniquilación autoinducida, mejor entendida como un malestar multidimensional en las necesidades de un individuo que representa un problema para el cual el suicidio se percibe como la mejor solución. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (WHOPHO) (1998) definieron el suicidio como el acto de quitarse la vida deliberadamente, iniciado y realizado por la persona, en pleno conocimiento o con la expectativa de un resultado fatal. De Leo, Burgis, Bertolote, Kerkhof y Bille-Brahe (2004) también lo consideraron un comportamiento con desenlace fatal en el que la persona, sabiendo o esperando ese resultado, inició y condujo la conducta para alcanzar su objetivo. Una de las conceptualizaciones más actualizadas es la de Crosby, Ortega y Melanson (2011), quienes detallan el suicidio como la muerte resultante del comportamiento autoinfligido perjudicial en el que la persona tenía la intención de morir como resultado de dicha conducta. Prevalencia del Suicidio en México Es necesario hablar y concientizarnos como sociedad sobre el suicidio, ya que de acuerdo con la red mundial de suicidólogos (2021), la tendencia actual de suicidios en nuestro país va en aumento. En México ocurrieron 6 mil 710 suicidios en el 2018, con una tasa de 5.4 suicidios por cada 100 mil habitantes, sin embargo, es de particular preocupación el incremento continuo (16%) que se ha mantenido en la tasa de incidencia entre la población durante los últimos diez años; del 2010 al 2013 pasó de 4.3 a 5.0, y del 2013 al 2019 aumentó de 5.0 a 5.7 (INEGI, 2020). ¿Por qué ocurre el suicidio? El suicidio ocurre como el resultado de un problema multifactorial, derivado de la interacción de componentes biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales (epigenéticos). Ahora bien, es de suma importancia mencionar que el suicidio ocurre porque hay ya la existencia de una psicopatología o trastorno mental de fondo. Tal y como lo señalan las investigaciones en donde más del 95% de las personas que se suicidan tienen depresión u otro trastorno mental o de consumo abusivo de sustancias diagnosticable, con frecuencia en combinación con otros trastornos mentales (Cincinnati Children’s, 2024). El suicidio es la segunda causa de muerte en los niños y jóvenes de 10 a 24 años. Depresión y Suicidio Depresión / Depresión Mayor. Hasta un 15% de las personas con depresión se suicidan. Se entiende por conducta suicida no sólo la que consigue la propia muerte, sino todos aquellos comportamientos que, de forma más o menos directa, con mayor o menor intencionalidad, desencadenan un acto autodestructivo. Si bien el riesgo suicida existe en todas las formas depresivas y en todos los momentos de su evolución, tenemos que aclarar que hay mayor riesgo de que ocurra cuando se trata de un varón, cuando la persona es anciana, si existen problemas de alcohol o drogas, y si ya lo ha intentado antes. No se debe ignorar nunca una amenaza suicida y mucho menos una tentativa; la mayor parte de los suicidas avisan de alguna manera antes de consumarlo. Trastorno Bipolar y suicidio El trastorno bipolar (TB) es una enfermedad psiquiátrica que puede provocar pensamientos y actos suicidas, especialmente durante los episodios de depresión. La mortalidad por suicidio en personas con TB es hasta 20 veces mayor que la de la población general. Trastorno límite de la personalidad (border line) y suicidio En las personas con trastorno límite de personalidad (TLP) se han encontrado tasas de suicidio de hasta un 10%, mientras que los intentos de suicidio son aún más frecuentes y se consideran uno de los motivos de consulta urgente más importantes de estos pacientes. Estudios epidemiológicos muestran que el 60-70% de los pacientes con TLP llevan a cabo intentos de suicidio, y por término medio realizarán 3,3 intentos de suicidio a lo largo de su vida. Trastorno Esquizoafectivo y suicidio El trastorno esquizoafectivo es un trastorno mental que se caracteriza por una combinación de síntomas de esquizofrenia y de trastornos del estado de ánimo. Entre sus síntomas se encuentran: ¿Cómo prevenir el suicidio? REFERENCIAS Cincinnati Children’s Hospital Medical Center (2024). Depresión y Suicidio. https://www.cincinnatichildrens.org/espanol/temas-de-salud/alpha/d/depression-suicide Crosby, A.E., Ortega, L. y Melanson, C. (2011). Self-directed violence surveillance: Uniform definitions and recommended data elements (Version 1.0). Atlanta (GA): Centers for Disease Control and Prevention, and National Center for Injury Prevention and Control. De Leo, D., Burgis, S., Bertolote, J., Kerkhof, A.D.M. y Bille-Brahe, U. (2004). Definitions of suicidal behavior. En D. de Leo, U. Bille-Brahe, A. D M. Kerkhof y A. Schmidtke (Eds.): Suicidal behavior: Theories and research findings (pp. 17-39). Washington, D.C: Hogrefe & Huber. Durkheim, E. (1897).

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Visibilización de la literatura escrita por mujeres: desafíos y oportunidades en la sociedad mexicana.

La presente contribución surge como resultado del estudio y la reflexión en la materia de Teorías Feministas, impartida por la Dra. Rosario Varela en el marco de la Maestría en Ciencias Sociales para el Desarrollo Interdisciplinario de la UAdeC. Esta experiencia educativa ha sido fundamental en nuestro proceso de comprensión y análisis crítico de las dinámicas sociales desde una perspectiva de género. A través del estudio de las teorías feministas, hemos explorado las complejidades de las relaciones de poder, las estructuras sociales y las formas de resistencia y transformación. Este artículo es el fruto de nuestro compromiso con el desarrollo de un enfoque interdisciplinario que integre la perspectiva feminista en la investigación y la acción social.   En este artículo exploraremos un fenómeno persistente dentro del panorama literario mexicano: el prejuicio literario contra las autoras femeninas. Este sesgo histórico ha resultado en una desigualdad significativa entre la presencia de obras de mujeres y de hombres en nuestro canon literario. Se destaca la necesidad de superar el prejuicio literario contra las autoras en México, y proponer soluciones positivas basadas en la inclusividad y la diversificación de la literatura mexicana. La marginalización de las autoras es un tema recurrente a lo largo de la historia de la literatura mundial, uno en cuyos rasgos se refleja la escasa representación de autoras en comparación con los escritores hombres. A lo largo de la historia, hechos sobre sexismo son los que han enfrentado las autoras más célebres, como Margo Glantz, quien fue objeto de críticas negativas y hostilidades por parte de la comunidad intelectual masculina durante la década de 1970 cuando publicó su novela Los días del agua. Su trabajo fue calificado de «novelita femenina». Y Elena Garro, en 1963, después de ganar el Premio Xavier Villaurrutia por su libro Los recuerdos del porvenir, recibió amenazas de muerte y fue llamada por ser una «escritora de novelitas». A este suceso hay que sumar la violencia y los abusos que vivió en su matrimonio con Octavio Paz quien, además, ejerció dominio, manipulación y control sobre ella. Incluso llegó a prohibirle incursionar en el género de la poesía, porque consideraba que era su terreno. Garro se vio obligada a dedicarse al periodismo para no opacar a Paz en el ámbito literario. Esta marginación se extiende a la educación, donde los libros de texto gratuitos en México muestran una mínima proporción de autoras en comparación con los autores, perpetuando una brecha de género desde la infancia.  El prejuicio literario sexista es una realidad que afecta la percepción y la valoración de las obras escritas por mujeres. Históricamente, la escritura femenina se ha asociado a lo romántico, lo emocional y lo «débil», mientras que los temas considerados universales o de mayor importancia han sido atribuidos a los hombres. Esta percepción se refleja en el sesgo de género presente en la selección de autores en los libros de lectura obligatoria de Educación Básica en Primaria, donde aproximadamente el 65.4% de los autores son hombres, el 13.7% son mujeres y el resto son anónimos. Este prejuicio literario marca la forma en que la audiencia percibe y valora las obras escritas por mujeres. A menudo, se les otorga menos credibilidad y autoridad como escritoras, lo que a su vez afecta la notoriedad y el reconocimiento de su trabajo. A pesar de los avances en la equidad de género, la idea de que los hombres tienen mayor dominio sobre ciertos temas literarios persiste en la sociedad. Es fundamental cuestionar y romper con este prejuicio. La literatura escrita por mujeres es igualmente valiosa y relevante, y aborda una amplia gama de temas que son tan universales como los abordados por sus contrapartes masculinas. Es necesario fomentar la diversidad y la representación equitativa en la literatura, tanto en la selección de autores como en la valoración crítica de sus obras.  El panorama literario mexicano ha experimentado una transformación significativa a lo largo del tiempo, y el rol de la mujer en este ámbito ha evolucionado de manera notable. Si bien históricamente se ha utilizado la categoría de «literatura femenina» para designar la producción literaria hecha por mujeres, es interesante destacar que esta etiqueta puede estar destinada a desaparecer en un futuro cercano. Actualmente, la tendencia apunta hacia una igualdad más estructurada, donde lo que prevalece es el profesionalismo del trabajo literario, independientemente del sexo del autor. A pesar de la complejidad de la terminología, el surgimiento del feminismo ha contribuido a caracterizar una literatura desde la perspectiva de género. Si bien Sor Juana Inés de la Cruz podría considerarse la precursora de este movimiento, es en el siglo XIX cuando se establecen las bases para el definitivo arranque de la mujer como escritora para el siguiente siglo. En el siglo XX muchas escritoras mexicanas se dedicaron predominantemente a la poesía; tal es el caso de Antonieta Rivas Mercado, cuyo trabajo literario también abarcó dramaturgia, ensayo, prosa, novela, crónica, epístola y traducción. Aunque hubo excepciones notables como Nellie Campobello, la única novelista de la Revolución Mexicana. En las décadas siguientes, nuevas generaciones de escritoras continuaron enriqueciendo el panorama literario. Elena Poniatowska, con Hasta no verte Jesús mío (1969), y otras autoras como Amparo Dávila y Graciela Rábago Palafox contribuyeron a la diversidad de voces y temas en la literatura mexicana. A partir de la década de los setenta, la escena poética también experimentó un renacimiento con la llegada de figuras como Elsa Cross con El diván de Antar (1990), obra por la cual recibió el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes; Germaine Calderón con Del mar y otras voces en (1981) y El universo poético de Rosario Castellanos (1998); Elva Macías con Nueva cartografía, (1982); y Gloria Gervitz con Migraciones (1996). Estas poetas han allanado el camino para las nuevas generaciones de mujeres que continúan destacando en la literatura mexicana contemporánea. Oportunidades para la escritora mexicana contemporánea El prejuicio literario ha sido una constante en la historia de la literatura, y ha afectado de manera particular a las mujeres escritoras. La cultura femenina se ha transmitido

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Los irlandeses que murieron mexicanos (II Parte).

En cuanto tuvo conocimiento del campamento militar estadounidense sobre el Río Bravo, el General Pedro Ampudia, Comandante de la División mexicana del Norte, llegó rápidamente a la zona con refuerzos de 2,400 efectivos, no sin antes ordenar la impresión de varios volantes en inglés que pasaron de contrabando al campamento estadounidense. Dirigido «A los ingleses e irlandeses del ejército del General Taylor», Ampudia protestaba contra la agresión estadounidense e invitaba a los soldados a desertar en los siguientes términos: «Recuerden que nacieron en Gran Bretaña, que el gobierno estadounidense mira con frialdad la poderosa bandera de San Jorge y está provocando hasta que truene al pueblo guerrero al que pertenece; el presidente Polk está manifestando con desafío el deseo de tomar posesión de Oregon, como ya ha hecho con Tejas. Así pues, vengan con toda confianza a las filas mexicanas». El intento de Ampudia hizo eco en muchos, siendo uno de los primeros desertores en cruzar el río Bravo un irlandés llamado John O’Riley, conocido a la postre como John Riley o Juan Reily, quien se convirtió en leyenda viva al debutar como jefe del Heroico Batallón de San Patricio. En cuanto a Riley, las fuentes de la época lo describen como un individuo musculoso de hombros anchos, de un metro con ochenta y siete centímetros de altura, cabello oscuro, ojos azules y tez rubicunda, que había servido en los ejércitos de tres países: Gran Bretaña, Estados Unidos y México. Un domingo 12 de abril, Riley consiguió permiso de sus superiores para asistir a una misa ofrecida por un sacerdote de Matamoros, pero nunca volvió a su unidad y fue reportado como desertor. Dos años y medio después, Riley refirió que se le había dado a elegir entre unirse al Ejército Mexicano del Norte o ser fusilado, por lo que escogió la primera opción y fue comisionado como primer Teniente de la artillería donde recibió su espada como distintivo, y arma, portada por los oficiales de rango: «Desde abril de 1846, cuando me separé de las fuerzas norteamericanas […] he servido constantemente bajo la bandera mexicana. En Matamoros formé una compañía de 48 hombres». Para julio de 1847 los integrantes del Batallón de San Patricio ascendían a más de 200. Aunque esta unidad la conformaban en su mayoría desertores del ejército estadounidense —tanto nacidos en Estados Unidos como inmigrantes europeos—, entre sus miembros había extranjeros residentes en México, ciudadanos británicos y, como hemos dicho, veteranos de las guerras napoleónicas. Este Cuerpo combatió bajo una bandera propia con diversas variantes según parece: Riley refirió que la bandera verde esmeralda tenía la imagen de San Patricio, con un trébol en el anverso y la mítica arpa de Erin en el reverso. Mientras un corresponsal norteamericano la describió hecha de seda verde con un arpa bordada y el escudo de armas mexicano con las palabras «Libertad por la República Mexicana», y bajo el arpa la leyenda «Erin go Bragh» (Irlanda por siempre). Samuel Chamberlain la recordaba como: «Una hermosa bandera de seda verde ondeaba sobre sus cabezas; en ella brillaba una cruz plateada y un arpa dorada, bordadas por las manos de las bondadosas monjas de San Luis Potosí». Su primera batalla ocurrió en el pueblo de Matamoros sobre el margen del Río Bravo, de donde marcharon para asistir a la ciudad de Monterrey en su defensa. Mientras Taylor ocupaba Monterrey, la defección de tropas alentadas por el ejemplo de los san patricios se convirtió en un grave problema, como refirió el mayor Luther Giddings respecto a cincuenta desertores: «A éstos el enemigo [los] recibió con alegría y alistó rápidamente en sus filas, donde sirvieron con un coraje y fidelidad que nunca habían exhibido en las nuestras. Sin duda, el más humilde del batallón de San Patricio fue honrado con mucha consideración por los mexicanos». Y es que el Ejército estadounidense fue culpable de estas deserciones en tanto practicaba una política de discriminación brutal contra los Católicos, pues la soldadesca protestante alentaba la profanación de imágenes religiosas y vandalismo contra los templos en suelo mexicano, además de violaciones de mujeres y el pillaje de bienes eclesiásticos que era ampliamente permitido por los oficiales del Ejército invasor.

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Los irlandeses que murieron mexicanos (1 Parte)

Para Stephen Murray, orgulloso mexicano e irlandés; y para los honorables miembros de la Orden de San Patricio. Entre el devenir de los tiempos—por encima de la mitomanía de la «historia oficial»—existe un capítulo glorioso en la memoria mexicana y que, no obstante, permanece bajo un manto pesado de conveniente olvido para el sistema político y para todos los gobiernos emanados a partir de la «Revolución triunfante». Este episodio nacional es tan digno de ser recordado con orgullo como en su momento lo fue el nombre común de aquel puñado de hombres valerosos que, no conformes con unirse contra todo pronóstico al bando de la libertad y la justicia, todavía logró atraer detrás de sí lo mismo a compatriotas suyos que a otros extranjeros para luchar juntos bajo el pabellón trigarante en contra de la nación de las barras y las estrellas, durante la invasión de 1847. Los antecedentes son del todo conocidos en ambos países. Tras la derrota ominosa de Santa Anna en la batalla de San Jacinto y la firma de los llamados Tratados de Velazco en 1836, el Gobierno Mexicano había permanecido indolente ante la pérdida de la provincia de Tejas, misma que abarcaba desde el Río Nueces hasta la Louisiana. Lejos de adoptar una política pragmática como lo hiciera Gran Bretaña al reconocer a Tejas como país (en aras de evitar su anexión a los Estados Unidos) o de recuperar por la fuerza lo que por legítimo derecho correspondía a la nación, la clase política se mantuvo cruzada de brazos hasta que sucedió lo previsible: en 1845, Tejas se anexa como una estrella más de la Unión Americana. Este hecho hizo que las relaciones entre México y los Estados Unidos se volvieran más tirantes, y prepararon el camino inevitable hacia una guerra que sólo necesitaría cualquier provocación mínima para detonar. En este caso, dicha provocación sería provista por el esclavista presidente James Knox Polk, para justificar por medio de la agresión más vil sus pretensiones expansionistas sobre México. Como consecuencia de lo anterior, estalló en San Luís Potosí una revolución que se pretendía monarquista con el General Mariano Paredes y Arrillaga como jefe, quien veía como traición inminente cualquier intento de negociación o arreglo territorial con el vecino país. Para evitarlo, pretendía reestablecer una Monarquía Constitucional que sustituyera orgánicamente a la débil y desacreditada república mexicana, bajo el impulso liberal del Infante Don Enrique de Borbón quien, con apoyo militar de España, Inglaterra y otras potencias europeas, pondría, en teoría, un alto a la voracidad criminal de los Estados Unidos de Norteamérica en contra de nuestro país. Sin embargo, el arribo de Paredes a la presidencia de la República fue tan breve que justo cuando convocaba a un Congreso para analizar el cambio de sistema de gobierno, pese al consenso popular a favor en este mismo sentido, fue derrocado por la rebelión federalista dirigida por Valentín Gómez Farías quien, contando de antemano con el apoyo económico de Washington y al grito de «¡Contra el Príncipe extranjero!», mandó a traer de vuelta a Santa Anna del exilio. La intervención norteamericana fue tan evidente en este vergonzoso episodio que el mismo gobierno estadounidense no sólo le flanqueó el bloqueo naval para que pudiera ingresar al país: asumió todos los gastos para hacer volver al jalapeño a México, a través del agente Alejandro Atocha, con las fatales consecuencias que habrían de acontecer posteriormente. Mientras esto ocurría, en enero de 1846 en el extremo norte, el general Zachary Taylor marchaba al suroeste de Texas, por órdenes del presidente Polk, donde comandaba un ejército estadounidense de 3,900 hombres —algunos incluso veteranos destacados de las guerras napoleónicas— de los cuales la mitad habían nacido en Irlanda, Gran Bretaña o Europa occidental. Los hombres de Taylor construyeron como provocación una fortaleza sobre la ribera izquierda del río Bravo, frente a Matamoros, donde existía una base militar mexicana. El 25 de abril de 1846 una unidad de la caballería mexicana atacó a una estadounidense que se introdujo en territorio mexicano, dando muerte a once angloamericanos, hiriendo a seis y tomando prisioneros a 63. Taylor envió la noticia urgentemente a Washington, donde Polk usó el incidente que él mismo había preparado para poder declarar la guerra que tanto deseaba, e intentar justificarse ante la opinión pública.

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Disgrafía en las Aulas

Por: Claudia González Dinero, Cielo Saraí González Silverio, Ana Lizbeth Ibarra Delgadillo  1. Introducción a qué es la disgrafía    Introducción a la Disgrafía: La disgrafía, de acuerdo con diferentes autores Gatell (2022), es un trastorno del aprendizaje que afecta significativamente la habilidad para escribir, especialmente en niños que, a pesar de tener una inteligencia y capacidades neurológicas normales, enfrentan serias dificultades en la coordinación motora fina, necesaria para la escritura. Este trastorno se caracteriza por problemas para controlar y dirigir el lápiz, resultando en una escritura que puede ser irregular, desordenada y difícil de leer. Los niños con disgrafía suelen mostrar una escritura que varía en tamaño y forma de las letras, dificultad para mantener el alineamiento en el renglón y una postura inadecuada al escribir. Estos desafíos pueden llevar a una velocidad de escritura lenta y a una falta de uniformidad en los trazos, lo que hace que la tarea de escribir sea más laboriosa, y que el texto resultante sea menos legible. La disgrafía puede analizarse desde dos perspectivas: neurológica, cuando se relaciona con deficiencias en el sistema nervioso; y funcional, cuando no se identifican lesiones cerebrales ni problemas sensoriales evidentes. La identificación temprana y la intervención especializada son cruciales para ofrecer a los niños el apoyo necesario. La importancia de la intervención oportuna radica en que a menor edad tenemos mayor plasticidad cerebral, que es esa capacidad que tiene el cerebro de adaptarse y moldearse a los cambios, y es durante los primeros años de vida que esta capacidad de la neuroplasticidad está en su pleno apogeo para moldear al cerebro conforme a esas experiencias de vida. Y desde luego que la intervención temprana en estos primeros años de vida será un predictor directo de éxito en vencer estas dificultades en la escritura.  Los signos comunes incluyen una escritura que toma mucho tiempo, rigidez en los movimientos, variabilidad en el tamaño de las letras y una postura incorrecta. A pesar de no estar vinculada con la inteligencia, la disgrafía puede impactar la capacidad de transcribir ideas en papel y afectar la ortografía. Con la ayuda adecuada, los niños con disgrafía pueden mejorar sus habilidades de escritura y adaptarse mejor a sus entornos educativos y laborales. 2. Definición de disgrafía Entendemos por disgrafía al «trastorno de aprendizaje, que se caracteriza por la dificultad para realizar trazos gráficos de la escritura. Reside en la inhabilidad para coordinar los músculos de la mano y el brazo y a los efectos de escribir de manera ilegible» (Nieto, 1994: 49). La disgrafía se encuentra dentro de la clasificación de las dificultades específicas del aprendizaje (DEA), por lo tanto, es adecuado definirla, es así que para Romero y Lavigne (2005) son dificultades específicas del aprendizaje: El grupo de trastornos que se manifiestan como dificultades significativas en la adquisición y uso de la lectura, escritura, cálculo y razonamiento (y aquellas otras tareas en las cuales están implicadas las funciones psicológicas afectadas). (Romero, P., y Lavigne, C., 2005; 40). La disgrafía se considera una alteración a nivel neuropsicológico, que provoca un retraso en el desarrollo y aprendizaje de la escritura. Es común encontrar que las personas con este problema cometen errores en la escritura libre, dictados o cuando se copia alguna información. (Romero y Lavigne, 2005: 67). Para tener un concepto más claro, Portellano señala: La disgrafía es un trastorno de la escritura que afecta a la forma o al significado y es de tipo funcional. Se presenta en niños con normal capacidad intelectual y sin trastornos neurológicos, sensoriales, motrices o afectivos intensos (Portellano, 1998, p.47). Podemos decir que la disgrafía es la escritura con severas dificultades que van desde el correcto agarre del lápiz, déficit en el trazo de las letras, trazados de letras con tamaños irregulares, mezclar letras mayúsculas y minúsculas, además de  poca coordinación motriz fina (la cual es entendida como la capacidad del movimiento manual para poder manipular cosas u objetos), lo que ocasiona una ilegibilidad en el texto; centremos nuestra mirada en el niño con disgrafía, este puede tener en su mente una correcta percepción de lo que quiere escribir, sus ideas son claras, pero al momento de plasmarlo no puede recordar cómo se escriben ciertas letras o signos lingüísticos, hay confusión que se refleja en el texto escrito. Como ya se ha mencionado, el trastorno de la disgrafía afecta la escritura, específicamente, la disgrafía motriz. Según Alonso: El niño disgráfico comprende la relación entre sonidos, los escuchados y la representación gráfica de estos sonidos, pero encuentra dificultad en la escritura como consecuencia de la motricidad deficiente; la disgrafía se manifiesta en lentitud, movimientos gráficos disociados, signos gráficos indiferenciados, manejo incorrecto del lápiz y postura inadecuada al escribir (Alonso, 2003, p.23). Hernández (1999, p. 4) también define la disgrafía como una dificultad en la escritura, consecuencia de una motricidad deficiente, ligada a la inmadurez en el desarrollo de la psicomotricidad fina. La lentitud al escribir se debe a una actividad perceptivo-motriz desenfocada, lo que el niño percibe no lo logra escribir rápido, además, no identifica la forma ni el significado de las palabras, debido a que su motricidad aún no está bien desarrollada y, por ende, no puede sostener el lápiz de forma correcta. Esta situación causa dificultades en el aprendizaje e impide el satisfactorio desarrollo de la escritura. 3.-Estrategias que puedan implementarse dentro de casa y en el aula escolar Es muy importante comprender que el hacer planas como proceso de grafomotricidad cumple un papel primordial para vencer los déficits en la escritura, siempre y cuando este ejercicio del entrenamiento de la grafomotricidad no se convierta en un ejercicio meramente monótono y repetitivo. Es fundamental que las actividades de escritura que se implementen con el niño incluyan el juego y la diversión con la finalidad de que la huella del aprendizaje quede plasmada, y el niño tenga más motivación por seguir aprendiendo y participando en las actividades. Además, es necesario tomar en cuenta los materiales didácticos necesarios para seguir estimulando el desarrollo de la escritura, como el uso

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DE VERACRUZ A CÓRDOBA, SUMIDERO, ORIZABA, CIUDAD DE MÉXICO Y PASO DEL MACHO (PARTE 1 DE 3)

Por: L.C.C. Mario Jesús Gaspar Cobarruvias (Texto e imágenes) Después del éxito de la EXPEDICIÓN CIENTÍFICA CAMINO REAL 2024 en que el equipo de Exploración y Estudio del Camino Real Veracruz-México (EXESCR) y algunos invitados, recorrieron bajo mi guía y dirección el tramo que cruza los municipios de Amatlán de los Reyes, Córdoba, Fortín, Ixtaczoquitlán y Orizaba entre el 20 y 25 de julio del presente año. Además de hacer trabajo especial en el pueblo de Sumidero el 19, y en Atoyac el 26 y 27; incluyendo 3 conferencias de LAS FORTIFICACIONES DEL CAMINO REAL DE VERACRUZ A MÉXICO POR LA RUTA DE CÓRDOBA Y ORIZABA que se realizaron con muy buen resultado en Sumidero, Cuautlapan y Atoyac, proseguimos con el programa de actividades trazado para este año en mi calidad de director del equipo EXESCR, y de actual presidente de la asociación cultural MÉXICO HISPANO/HÉROES DE CAVITE EN MÉXICO. De esta forma, solo tuve 10 días para medio descansar de esa expedición de 9 días fuera de Veracruz, procesar algunos datos de la expedición, hacer el trabajo de difusión en México y otros países, actualizar la conferencia de fortificaciones, realizar actividades con MÉXICO HISPANO, A. C. y PROFESIONALES POR MÉXICO, A.P.N. donde represento a las ciudades de Veracruz y Boca del Río, y organizar mi siguiente viaje fuera de Veracruz; ya que la parte más difícil de todo triunfo en batalla no es el inicio, sino mantenerlo vigente el mayor tiempo posible, para que no se agote enseguida por sí mismo. Diseñé un viaje de trabajo de 6 días, combinando las actividades de exploración y estudio en sincronía con impartir conferencias y apoyar a los miembros y amigos de los colectivos donde participo o están desarrollando actividades culturales y de preservación del patrimonio histórico. Después de 15 años dedicado a esto, sé que la aventura y el placer de viajar, conocer nuevos lugares, personas y comer cosas nuevas vienen implícitos, pues según mi propia naturaleza de Capricornio nacido bajo el ascendente de Libra, y la educación que me dieron mis señores padres, primero está el deber y después el placer. Aunque este último suele ser bastante subjetivo en su definición, y si uno trabaja en lo que gusta e incluso apasiona hacer, el deber se vuelve placentero y mucho más tolerable en sus dificultades. Para este viaje llevé a mantenimiento las botas de seguridad que hace 5 años me obsequiara mi buen amigo Juan José Fernández Segovia del pueblo de Tolome, que me gustan porque son exactamente de mi talla y porque ya están bien domadas por muchísimo kilometraje. Las restauraron completamente y les reforzaron las suelas, quedando casi como nuevas. Con ellas hice las dos Rutas de Cortés en 2019 y muchas otras expediciones, dándoles un descanso en 2023. En cuanto pueda iré a Xalapa o Naolinco a proveerme de un nuevo par de botas de caña alta para senderismo, ya que este año y el próximo serán de muchísima acción y caminar por todo tipo de terreno. Me enfundé en un overol negro que lleva en la espalda muy vistoso en amarillo dorado (mi color predilecto) el logo de EMGAS (Empresa Mexicana de Gas) y que adquirí para la expedición del camino real, pero que en último momento reemplacé por uno azul que me da mayor movilidad. Como en este viaje alternaría mucho más lo académico con el trabajo de campo, decidí llevármelo puesto y dejar en la maleta 2 overoles azules, aprovechando que viajaría con más capacidad. En mi pecho coloqué las insignias del equipo EXESCR, de HÉROES DE CAVITE y de MÉXICO HISPANO, que son, junto con PROFESIONALES POR MÉXICO, los tres colectivos donde tengo puesto de responsabilidad directa. DÍA 1. 7 DE AGOSTO Según mi costumbre de partir con tiempo suficiente por si hubiesen impedimentos graves que afrontar, partí de Veracruz a las 7:45 AM para arribar a la ciudad de Córdoba hacia las 9:30 AM, y enseguida, en taxi, viajar hasta el pueblo de Sumidero en el municipio de Ixtaczoquitlán y después arribaría a la ciudad de Orizaba para alojarme y pasar la noche. Uno de esos impedimentos fue que esta vez viajé con más carga de equipo: la ropa y documentos en la maleta móvil de viaje y el equipo de exploración e instrumental en mi mochila de ataque, junto con mi vara de caminante que ya cumplió 6 años y más de 1.000 kilómetros de recorrido a mi servicio. Mi maleta después de 14 años de servicio, finalmente venció sus materiales y perdió sus ruedas en el viaje a la terminal. No obstante, resolví reemplazarla en cuanto me fuera posible y, por ello, para no dañarla más arrastrándola por el pavimento, determiné usar taxis para moverme rápidamente hasta llegar a Orizaba. Después de un viaje tranquilo y con poco tráfico por la siempre problemática carretera federal entre Fortín y Sumidero, cruzando la barranca de Metlac, arribé al primer punto de mi viaje. Gracias a la buena comunicación y disposición de mi amigo Edgar Gallardo, quien dirige el grupo SUMIDERO MÁGICO, y del agente municipal Raúl Paz, ya tenía el permiso para ir a hacer las mediciones de uno de los dos fortines de traza arquitectónica octogonal que encontramos durante la pasada expedición del Camino Real. Se localiza en el centro del pueblo. Me decía Edgar que en el pueblo se sabe que anteriormente fue un fortín y cuartel militar durante la época del Porfiriato (1876-1911), y tienen una fotografía del mismo en el siglo XX, cuando la urbanización aún no lo rodeaba. Después fue escuela y ahora aloja la Clínica Rural del IMSS. Esta vez viajé solo, sin mi querida amiga Ana María Andrade Rodríguez, quien es la fotógrafa del equipo EXESCR y mi asistente en las diversas actividades que realizamos. Fue mi estudiante de fotografía en los diversos cursos TÉCNICA Y ARTE que impartí entre 2011 y 2015, y desde 2012 para ir agarrando experiencia como fotógrafa, me comenzó a acompañar en las innumerables misiones de exploración, estudio, conferencias,

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Vergüenza olímpica.

Por Enrique Sada Sandoval Repugnante y de muy bajo presupuesto es como se puede definir la Ceremonia de apertura a las Olimpiadas del 2024, llevadas a cabo en Francia, teniendo por sede a la ciudad de Paris. Lo que pudo ser un gran espectáculo, digno de uno de los eventos históricos deportivos más importantes por su realización cíclica, terminó siendo un triste espectáculo autodegradado, tanto por las autoridades del país como por aquellos a quienes designaron para que montaran dicha inauguración. Fuera de la hermosa Salma Hayek y la aparición simpática de Snoop Dogg alternándose la antorcha olímpica—curiosa costumbre ideada y establecida originalmente por Joseph Goebbels como Ministro de Propaganda para las Olimpiadas de la Alemania Nacional Socialista de 1936—la ceremonia, y lo que va del evento, han dejado mucho que desear, generando repudio generalizado debido a una serie de controversias innecesarias que pudieron haberse evitado. Uno de los sucesos más lamentables fue el trato indigno y rupestre que se dio a los artistas de Conservatorio que integraban la Orquesta, elegidos como virtuosos, para interpretar parte del repertorio inaugural, a quienes se les obligó a presentarse de manera irrespetuosa a la inclemencia de la lluvia que suele ser bastante usual durante estas fechas; mismos a los que se expuso a padecer esta inclemencia con todo y sus instrumentos valiosos tanto como delicados, dotándoles solamente de bolsas de plástico transparente para cubrirse, pues no merecieron siquiera un modesto toldo por parte de las autoridades parisinas. Otro gesto de mal gusto dentro de esta ceremonia fue el hacer nada menos que apología del crimen y la violencia, iniciando todo con un montaje patético en que se mofaban del feminicidio de la Reina María Antonieta de Habsburgo, esposa de Luis XVI, a quien se presentó guillotinada, con su cabeza parlante en el regazo: preludio de una de las etapas más oscuras de la historia de Francia como lo fue el Terror jacobino con Robespierre. El culmen del absurdo fue la grotesca e innecesaria burla a la celebración de la Eucaristía, con una parodia hecha por comediantes travestidos (cosa que nada tiene que ver con el deporte) y que, como era de esperarse, fue lo que más repudio generó, hasta el grado de que el evento perdiera patrocinadores al día siguiente. Sin embargo, lo impensable fue que esta burla directa contra la Cristiandad tuvo un intento de apoyo por parte de algunos «tontos útiles» o «idiots útiles», como dijera Stalin, que quisieron oficiar como historiadores del Arte y trataron de vender que se trataba de una parodia a una obra de Van Biljert, aunque quedaron en ridículo una vez que los mismos «artistas« a quienes defendieron, admitieron públicamente que sí se trataba de un ataque a Cristo y a la Última Cena, como reconoció y publicó la misma Barbara Butch, que presidió esa triste representación. Las respuestas de rechazo general no se hicieron esperar. El célebre Cardenal Burke, desde el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Wisconsin refirió que: «Fuimos testigos de una manifestación increíble de la oscuridad y del pecado en nuestro mundo: la abominable burla de la Sagrada Eucaristía en su Institución para la inauguración de los Juegos Olímpicos de verano en París. Es difícil imaginar algo más degradado y blasfemo». Por su parte, Alain Finkelkraut, el famoso filósofo agnóstico francés, sentenció: «Fue un espectáculo grotesco que, desde las drag queen hasta Imagine, y desde la celebración de la sororidad hasta la decapitación de María Antonieta—una de las páginas más «gloriosas» de nuestra historia—desplegó piadosamente todos los estereotipos de la época. Patrick Boucheron (historiador, catedrático del Collège de France) tiene razón en una cosa: el genio francés brilló por su ausencia…entre la horrible coreografía de Lady Gaga y los dolorosos exhibicionismos de Philippe Katerine, ¿dónde estaba el gusto, la gracia, la ligereza, la delicadeza, la elegancia, incluso la belleza? La belleza ya no existe. Tras esa velada apocalíptica, me hice creyente». También se degradó a la mujer en los hechos. Más allá de la burla a María Antonieta, se permitió que en Boxeo femenil el argelino Imane Khlelif, que se autopercibe como «mujer», noqueara en 46 segundos a su contrincante italiana Angela Carini, en lo que ha sido hasta el momento, calificada ya—por su marxismo cultural—como la Olimpiada más vergonzosa de la Historia.

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