Mango Verde

Cagayan: indios tlaxcaltecas contra samuráis.

Por Enrique Sada

Dentro del imaginario al que corresponde el mito de la Conquista, según la impostura del Smithsonian en México—a través de la Secretaría de Educación Pública como su filial de adoctrinamiento—donde se vilipendia por igual tanto a los españoles como a los indígenas vencedores de la tiranía sanguinolenta de los aztecas, suele omitirse que uno de los capítulos más gloriosos de nuestra Historia lo es el de aquella etapa de gestación de nuestra identidad nacional mestiza como lo fue el Virreinato.


Y a su vez, entre sus páginas doradas nos encontramos nada menos que lo que fue la expansión y conquista que peninsulares y demás etnias nativas hicieron juntos hacia el norte del continente (conquistando hasta Alaska), y al sur del mismo, en el señorío de los Atahualpas (con la conquista del Perú). Sin embargo, muy pocos imaginan que este mismo espíritu emprendedor llegaría más allá de los mares, como en su momento lo fue la
conquista y fundación de las Filipinas, que recibirán su nombre en honor al Emperador hispano Felipe II, gracias a la iniciativa de Miguel López de Legazpi, Alcalde de la Ciudad de México, junto con tropa formada por tlaxcaltecas.


A partir del año de 1574 las costas de Filipinas fueron atacadas contantemente por corsarios japoneses hasta que el Gobernador de Manila solicitó los servicios Juan Pablo de Carrión: veterano de guerra asturiano que a sus 64 años de edad arma la defensa contra Tay Fusa; famoso pirata japonés que tenía tiempo asolando aquellas costas. Carrión armó un batallón con 7 embarcaciones con 40 efectivos peninsulares en tanto el resto fueron tlaxcaltecas veteranos de las guerras chichimecas, una tropa considerable de novohispanos, indios sangleyes y tagalos entrenados en el arte militar peninsular, dotados con el ixcahuipilli mesoamericano que—como aporte tlaxcalteca—también usaban los soldados españoles como protección.


La flotilla de Carrión tomó el Rio Tajo para interceptar las fuerzas de Tay Fusa que disponía 18 embarcaciones y 800 piratas japoneses, chinos, alayos, coreanos y varios samuráis sin señor (ronín). Pronto los hombres de Carrión descubren una embarcación de Tay Fusa e intentan abordarla, pero los piratas japoneses rechazan el ataque y contratacan abordando la embarcación. Carrión ordena a sus soldados que formen en la popa de la nave un escuadrón con todos los piqueros adelante y los arcabuceros en la retaguardia en tanto al apercibirse de la superioridad numérica de los piratas, los novohispanos cortan la cuerda o driza de la vela mayor de la embarcación, misma que cae sobre el combés de la galera, formando un parapeto o trinchera natural desde la cual los arcabuceros logran disparar con protección y precisión.


A partir de este momento la lucha se vuelve encarnizada puesto que tlaxcaltecas y españoles hacen resistencia frontal, emprendiendo combate cuerpo a cuerpo contra los corsos nipones a quienes logran rechazar y poner en fuga. La lucha inició con gran número de descargas de artillería de ambos bandos, prolongándose durante varias horas hasta arrojar saldo de 200 piratas muertos en batalla y una docena de soldados hispanos e indígenas caídos en la línea de defensa.


Para entonces, era más que evidente que la táctica novohispana era superior a la de los japoneses pese a la gran desventaja numérica, llegando incluso a embarruntar sus picas con cebo en la punta para evitar que fueran tomadas por los nipones. Ante el desastre, Tay Fusa intenta negociar su retirada con Carrión pidiendo se le indemnizara en oro sus pérdidas, algo a lo que el asturiano no estaba dispuesto por considerarlo indigno, por lo insistió en que se retirara de Filipinas, reanudando la lucha. Al momento de la última batalla se agotó por completo la pólvora entre ambos bandos, por lo que reanudaron el combate directo, cuerpo a cuerpo, en la costa hasta que Tay Fusa ordenó la retirada con sus combatientes, siendo perseguidos por los valerosos tlaxcaltecas, tagalos y peninsulares que lograron una victoria heroica, pacificando la región por más de
un siglo.

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