Por: Cielo Saraí González Silverio
A partir del siglo XX surge la necesidad de políticas educativas inclusivas, es por ello que en 1990, en la declaración sobre educación para todos de Jomtien, se propugna el derecho a una educación inclusiva de calidad, para personas afectadas de diferentes discapacidades, pertenecientes a alguna etnias o grupos culturales en específico. Independientemente de su status social.
Sin embargo, estos esfuerzos no han dado los frutos esperados, por hacer de las escuelas mexicanas partidarias de la educación inclusiva, ya que, de acuerdo con datos reportados por la UNICEF en México en el año 2017, más de 4 millones de niños, niñas y adolescentes están desescolarizados, mientras que 600 mil más están en riesgo de abandonar la escuela por diversos factores como la falta de recursos, la distancia al centro académico y la violencia social e intrafamiliar.
Además, los niños y niñas que acuden a la escuela no logran tener un aprovechamiento adecuado de los conocimientos impartidos por la educación básica obligatoria.
Este bajo rendimiento académico muy probablemente pueda estar vinculado no sólo a las variables sociales ya mencionadas, sino también a la presencia de algún, o algunos, trastornos del neurodesarrollo (TND), o alguna discapacidad que impida que los niños puedan aprender de manera óptima.
Esto debido a una posible afectación en su desarrollo cerebral, y ante la demanda de la escuela inclusiva a nivel mundial vemos con mayor frecuencia la aparición de niños, adolescentes, e inclusive adultos, con necesidades educativas especiales dentro del aula de clases, donde es importante no sólo el aceptarlos, sino incluirlos en las actividades y contenidos educativos.
De acuerdo con diferentes teóricos del aprendizaje constructivista como lo fue Lev Seminovivh Vigotsky, siempre se aprende por un proceso de andamiaje, en donde se aprende del compañero más capaz. Es entonces donde las niñas y los niños con alguna discapacidad estarán adquiriendo aprendizajes a partir de ese otro compañero.
Esto no sólo ayuda a mejorar los procesos de socialización, sino también mejora su cognición (atención, memoria, funciones ejecutivas, étc), pues al establecer ese proceso de socialización dentro del aula con niños normo típicos (que son los niños que pueden aprender sin mayores dificultades de acuerdo con lo esperado para su edad) y niños con discapacidades, se está llevando a cabo un proceso de plasticidad cerebral, en donde se están optimizando los procesos de plasticidad cerebral, lo que permite la adquisición de habilidades, destrezas y aprendizajes en todos los niños. De aquí parte la importancia de capacitar al personal docente para poder detectar a un alumno con alguna discapacidad o trastorno, que pueda presentarse dentro del aula, como algún problema motor, de lenguaje, de conducta, de aprendizaje, y coadyuvar en concientizar a los padres de familia y saber cómo crear estrategias de aprendizaje para estos alumnos.
Si bien es cierto que el docente puede advertir a los padres de familia que un niño aprende con dificultades, se necesita siempre de una evaluación emitida por un especialista en trastornos del neurodesarrollo, como lo es un neuropsicólogo o un psicólogo experto en educación especial, para poder confirmar el diagnóstico de un estudiante.
Partiendo del contexto social mencionado es que podemos percatarnos de la gran necesidad de concientizar a las y los docentes en estos temas, y con ello favorecer la dinámica dentro del aula de clase para los alumnos que presenten algún trastorno del neurodesarrollo. Razón por la cual se comienza por explicar qué son los trastornos del neurodesarrollo y cuáles son sus principales características.
Los trastornos del neurodesarrollo (TND) son un grupo heterogéneo de trastornos crónicos relacionados que se manifiestan en periodos tempranos de la niñez en general, antes del ingreso a la escuela primaria; dichos trastornos comparten como eje común la alteración en la adquisición de habilidades cognitivas, motoras, del aprendizaje y de la conducta que afectan significativamente en el funcionamiento personal social (Fegerman y Grañana ,2017). Por su parte, la etiología de los TND tienen como origen una disfunción del sistema nervioso central (Gatell, 2022), y están presentes durante todo el proceso madurativo del desarrollo del niño.
Dicho desarrollo del sistema nervioso va a estar mediado por la influencia de factores genéticos, biológicos, y ambientales que desembocarán en que un niño pueda desarrollar algún TND. Por ello es de suma importancia la detección temprana cuando se detecten dificultades en el desarrollo del niño, ya que el cerebro cambia de acuerdo con las exigencias gracias a los procesos de neuroplasticidad, la cual es una capacidad que permite al cerebro reorganizarse a través de las experiencias y aprendizajes para minimizar el impacto de afectación cerebral.
Es por esto que la intervención temprana cobra una gran relevancia, pues a menor edad tenemos mayor plasticidad cerebral, y con una intervención oportuna se puede evitar que algún diagnóstico de TND siga avanzando en las esferas en las que el niño se desarrolla, siendo principalmente el área escolar académica donde se pondrán en manifiesto (como trastornos del espectro autista, trastornos generalizados del desarrollo, problemas atencionales, hiperactividad, dificultades en el lenguaje, en el aprendizaje o conducta).
Es por ello que esta sección de psicología estará dedicada a informar y a formar sobre las características de los trastornos del neurodesarrollo que se pueden encontrar dentro del aula, y cada mes poder abordar un trastorno del neurodesarrollo en particular, y también brindar algunas estrategias y herramientas que puedan ayudar al personal docente para poder implementar en clase.
REFERENCIAS
Fegerman, N., & Grañana, N. (2017). Neuropsicología Infantil. Paidós.
Fiuza, M., & Fernández, M. (2014). Dificultades de aprendizaje y trastornos del desarrollo
Manual didáctico. Madrid: Pirámide.
Gatell, A. (2022). Trastorno específico del aprendizaje. Pediatría Integral, 26(1), 21-33. https://www.pediatriaintegral.es/publicacion–2022–01/trastorno–especifico–del–aprendizaje/
Maria, C., & Rodriguez, F., (2012). Plasticidad cerebral y hábito en Williams James: Un antecedente para la neurociencia social. Psychologia Latina, 3(1), 1-9.
UNICEF, (2016). Educación y aprendizaje. La educación les da a niñas, niños y adolescentes las habilidades y conocimientos para alcanzar su máximo potencial y ejercer sus otros derechos https://www.unicef.org/mexico/educaci%C3%B3n–y–aprendizaje.