Por: Por Socorro Isabel Barrantes Zurita
Suenan los clarines de libertad y, sin embargo, el pecho de la tierra, atormentado en la juntura de sus ríos y quebradas, llora y calla. El señor alcalde ha decretado gran bacanal en la Plaza de la Conquista, una oportunidad para los y las emprendedoras para vender sus ofertas al paso. La gente del pueblo está contenta, escucha, mira, ríe, baila, se emborracha, y olvida que mañana es otro día de guardar silencio, sin tener satisfechas sus necesidades básicas: El agua cada día se va más temprano; se soluciona llenando tanques uno, dos tres, en las alturas; y dentro de la tierra, afeando la ciudad histórica, los que pueden hacerlo aun sin permiso; pero «PROTEGE NUSTRA ZONA MONUMENTAL. PRINCIPAL ELEMENTO DE IDENDTIDAD DE NUESTRA CIUDAD», aunque las Iglesias se partan de mojadas, aunque las casas patrimoniales se queden sólo en fachada mal cuidada; por dentro hay que sacar la vuelta, construyendo sin aviso, dejando que el cemento eche por tierra las escasas viviendas de adobe, que si darían identidad, que las callecitas peatonales se borran al gusto del cliente; que las viviendas no tengan un orden, una orientación adecuada para su construcción y viabilidad.
Los alcaldes vecinales y de centros poblados también están de acuerdo con echar abajo las casitas de barro y teja para que el cemento haga de las suyas las más feas casas, que van borrando nuestra identidad; permitiendo que el agua se desperdicie, sin una planificación de almacenamiento y buen manejo; que las portadas virreinales y republicanas den paso a las de fierro para los grandes negocios en plano centro histórico, y los negocitos de las gentes humildes, que sí están permitidos para celebrar el 3 de enero, fiestas patrias y carnavales, son perseguidos todo el año por los policías municipales, y no se generan fuentes de verdadero trabajo digno y emprendedor de un justo y viable desarrollo.
Suenan los clarines de libertad, sin embargo, la educación, la salud, la vivienda, la viabilidad, la seguridad ciudadana, el empleo, están tirados en el suelo, bebiendo la nostalgia del 3 de enero, borrachas de pobreza, de injusticia, de olvido, de corrupción.
Para la cultura «no hay plata». De eso que se encarguen los artistas con su miserable peculio, con sus ganas de hacer arte, con su limosneo a cuestas. Ahí que se las vean para publicar sus libros, pinturas, teatro, danzas. Tenemos valores artísticos como Carlos Vergara, Noemí López, Shalo Villanueva, Daniel Cotrina, Julia Camacho, Ramón Bazán, Luzmán Salas, entre otros tantos; notables escritores de provincias, que mendigaron un encuentro que entre región y municipalidad llegaba a tan solo diez mil soles, para cubrir todos los gastos. Rotundamente recibimos la consigna «no hay plata». No pocos artistas varones y mujeres merecen becas oportunas, nos dan identidad y prestigio. La obra de Amalia Puga, Andrés Zevallos, Víctor Campos, Renato Chávarri, danzas y arte de Celendín, Cajabamba, San Miguel, Contumazá, San Pablo y de todas las provincias, vienen esperando la oportunidad de ver la luz, pero «no hay plata». ¿Dónde está el poder de gestión, los lobbys, para hacer milagros con una verdadera postura de querer la libertad auténtica para esta tierra que es una de las regiones más pobres, teniendo todo para ser una región libre y tan importante como el Cusco, Arequipa, Lima?
Sencillamente, porque nuestras autoridades nos contentan con música, canto, bacanal, de dos o tres días al año. Porque no se tiene en cuenta, qué es lo que daría un verdadero desarrollo. A nosotros nos hace falta un TORIBIO CASANOVA, unos sanramoninos, estudiantes de verdad, de todos los colegios y universidades, que nos permitan conquistar nuestra auténtica libertad y desarrollo integral, humano, justo, sostenible, creador.
PREGUNTO: ¿Cuánto se ha gastado en celebrar el 3 de enero del 2024?