la Hacienda y Templo de Santa Ana de Hornos
Por Enrique Sada Sandoval
Como punto de valor histórico y cultural, ubicado en los límites del sur-sur oeste del Estado de Coahuila de Zaragoza en el norte de México, se encuentra el antiguo municipio de Viesca de Bustamante.
Teniendo un primer fundo en 1615 cuando el peninsular Juan Guerra de Reza, dueño de la Hacienda de Cedros en Mazapil, hizo reclamo de sus salineras para fines comerciales ante la Corona española, no será sino hasta el año de 1731 cuando oficialice su fundación con toda formalidad y protocolo de la época, como una Villa, bajo la jurisdicción política y religiosa de la próspera Villa de Santa María de las Parras.
Sin embargo, dentro de este mismo Municipio se encuentra otro punto histórico más antiguo y de no menor interés histórico y arquitectónico, como lo es la Hacienda y el Templo de Nuestra Señora Santa Ana de los Hornos.
Fundada en 1598—justamente al año de la repuebla y fundación oficial de la Villa de Parras, Coahuila—por sacerdotes de la Compañía de Jesús, Hornos o «Los Hornos», como será registrada y conocida por los habitantes de la otrora Nueva Vizcaya, no sólo como propiedad del español Leonardo Zuloaga y doña Luisa Ibarra Goribar—fundadores de Torreón en el siglo XIX—sino también por famosos viajeros y autores religiosos y militares que, con el paso del tiempo, harán visita en este punto como lo hizo el obispo Alonso de la Mota y Escobar, el Mariscal Pedro de Rivera, el obispo Pedro Tamarón y Romeral, el cartógrafo Melchor Núñez de Esquivel, el Caballero Teodoro de Croix como primer Comandante de las Provincias Internas de Oriente, el padre Juan de Morfi y, ya entrado en pleno México Independiente, nada menos que al General norteamericano Lew Wallace, autor de Ben Hur y de la famosa crónica de Una cacería de búfalos en el norte de México—escrita en esta Hacienda—como apoyo militar, enviado por Lincoln, para servir a Benito Juárez en su lucha contra el Segundo Imperio en favor del «Destino Manifiesto».
Dotada de una Hacienda hermosa con un enorme patio central, con segundo piso y una torre de vigilancia central, además de entrada para carruajes, Hornos cuenta también con un templo presidido por un hermoso altar barroco con esmalte de oro, aderezado con una cúpula de tipo franciscana y varios óleos antiguos de Arte Sacro—obra de discípulos de Murillo y de Cabrera, al parecer—supo sobrevivir los vaivenes políticos que sacudieron a México desde la llamada «Reforma» hasta la «Revolución mexicana».
Sin embargo, lo que no ha podido sortear con éxito en las últimas décadas, ha sido la mano rapaz del hombre y el abandono doloso de las autoridades culturales del Estado y el Municipio.
Se supo que sufrió el robo de al menos uno de los óleos que adornaban el templo—de gran tamaño—cuya desaparición se imputaba tanto a los cuidadores del templo como al capricho de la esposa de un ex gobernador.
Hace casi dos décadas, tuvo el auxilio de un intento de Patronato que restauró el interior del Templo, el altar, e inició trabajos de rescate y restauración de la famosa hacienda con planes ambiciosos de hacerla Hotel y Museo.
Sin embargo, hoy en día, este sitio se enfrenta al peor der los abandonos pese a los ruegos y solicitudes hechos a las autoridades culturales del Estado que, durante 12 años, hicieron oídos sordos y vista ciega a peticiones de intervención necesarias para la conservación de los inmuebles.
Ahora, ambos monumentos enfrentan uno de los peores momentos de su historia tras más una década de abandono doloso: la cúpula del Templo presenta fisuras y filtraciones tan diversas como notables que amenazan con el colapso del mismo, poniendo en peligro tanto a quienes son oriundos como a visitantes, pues la Iglesia sigue en funciones.
Por otra parte, la Hacienda, además de saqueos en su interior, presenta salitre, filtraciones y caída de piezas; en tanto en el exterior de su casco presenta un vergonzoso tanto como peligroso derrumbe—bastante visible—en una de sus grandes ventanas y balcones del segundo piso, lo que evidencia la necesidad de intervención urgente para evitar un mayor desplome y, lo más seguro, el derrumbe completo del segundo piso, con su hermosa y panorámica torre central: única en toda la región.