Por: Claudia González Dinero, Cielo Saraí González Silverio, Ana Lizbeth Ibarra Delgadillo
1. Introducción a qué es la disgrafía
Introducción a la Disgrafía: La disgrafía, de acuerdo con diferentes autores Gatell (2022), es un trastorno del aprendizaje que afecta significativamente la habilidad para escribir, especialmente en niños que, a pesar de tener una inteligencia y capacidades neurológicas normales, enfrentan serias dificultades en la coordinación motora fina, necesaria para la escritura. Este trastorno se caracteriza por problemas para controlar y dirigir el lápiz, resultando en una escritura que puede ser irregular, desordenada y difícil de leer.
Los niños con disgrafía suelen mostrar una escritura que varía en tamaño y forma de las letras, dificultad para mantener el alineamiento en el renglón y una postura inadecuada al escribir. Estos desafíos pueden llevar a una velocidad de escritura lenta y a una falta de uniformidad en los trazos, lo que hace que la tarea de escribir sea más laboriosa, y que el texto resultante sea menos legible.
La disgrafía puede analizarse desde dos perspectivas: neurológica, cuando se relaciona con deficiencias en el sistema nervioso; y funcional, cuando no se identifican lesiones cerebrales ni problemas sensoriales evidentes.
La identificación temprana y la intervención especializada son cruciales para ofrecer a los niños el apoyo necesario. La importancia de la intervención oportuna radica en que a menor edad tenemos mayor plasticidad cerebral, que es esa capacidad que tiene el cerebro de adaptarse y moldearse a los cambios, y es durante los primeros años de vida que esta capacidad de la neuroplasticidad está en su pleno apogeo para moldear al cerebro conforme a esas experiencias de vida. Y desde luego que la intervención temprana en estos primeros años de vida será un predictor directo de éxito en vencer estas dificultades en la escritura.
Los signos comunes incluyen una escritura que toma mucho tiempo, rigidez en los movimientos, variabilidad en el tamaño de las letras y una postura incorrecta. A pesar de no estar vinculada con la inteligencia, la disgrafía puede impactar la capacidad de transcribir ideas en papel y afectar la ortografía. Con la ayuda adecuada, los niños con disgrafía pueden mejorar sus habilidades de escritura y adaptarse mejor a sus entornos educativos y laborales.
2. Definición de disgrafía
Entendemos por disgrafía al «trastorno de aprendizaje, que se caracteriza por la dificultad para realizar trazos gráficos de la escritura. Reside en la inhabilidad para coordinar los músculos de la mano y el brazo y a los efectos de escribir de manera ilegible» (Nieto, 1994: 49).
La disgrafía se encuentra dentro de la clasificación de las dificultades específicas del aprendizaje (DEA), por lo tanto, es adecuado definirla, es así que para Romero y Lavigne (2005) son dificultades específicas del aprendizaje: El grupo de trastornos que se manifiestan como dificultades significativas en la adquisición y uso de la lectura, escritura, cálculo y razonamiento (y aquellas otras tareas en las cuales están implicadas las funciones psicológicas afectadas). (Romero, P., y Lavigne, C., 2005; 40).
La disgrafía se considera una alteración a nivel neuropsicológico, que provoca un retraso en el desarrollo y aprendizaje de la escritura. Es común encontrar que las personas con este problema cometen errores en la escritura libre, dictados o cuando se copia alguna información. (Romero y Lavigne, 2005: 67).
Para tener un concepto más claro, Portellano señala: La disgrafía es un trastorno de la escritura que afecta a la forma o al significado y es de tipo funcional. Se presenta en niños con normal capacidad intelectual y sin trastornos neurológicos, sensoriales, motrices o afectivos intensos (Portellano, 1998, p.47).
Podemos decir que la disgrafía es la escritura con severas dificultades que van desde el correcto agarre del lápiz, déficit en el trazo de las letras, trazados de letras con tamaños irregulares, mezclar letras mayúsculas y minúsculas, además de poca coordinación motriz fina (la cual es entendida como la capacidad del movimiento manual para poder manipular cosas u objetos), lo que ocasiona una ilegibilidad en el texto; centremos nuestra mirada en el niño con disgrafía, este puede tener en su mente una correcta percepción de lo que quiere escribir, sus ideas son claras, pero al momento de plasmarlo no puede recordar cómo se escriben ciertas letras o signos lingüísticos, hay confusión que se refleja en el texto escrito.
Como ya se ha mencionado, el trastorno de la disgrafía afecta la escritura, específicamente, la disgrafía motriz. Según Alonso: El niño disgráfico comprende la relación entre sonidos, los escuchados y la representación gráfica de estos sonidos, pero encuentra dificultad en la escritura como consecuencia de la motricidad deficiente; la disgrafía se manifiesta en lentitud, movimientos gráficos disociados, signos gráficos indiferenciados, manejo incorrecto del lápiz y postura inadecuada al escribir (Alonso, 2003, p.23).
Hernández (1999, p. 4) también define la disgrafía como una dificultad en la escritura, consecuencia de una motricidad deficiente, ligada a la inmadurez en el desarrollo de la psicomotricidad fina. La lentitud al escribir se debe a una actividad perceptivo-motriz desenfocada, lo que el niño percibe no lo logra escribir rápido, además, no identifica la forma ni el significado de las palabras, debido a que su motricidad aún no está bien desarrollada y, por ende, no puede sostener el lápiz de forma correcta. Esta situación causa dificultades en el aprendizaje e impide el satisfactorio desarrollo de la escritura.
3.-Estrategias que puedan implementarse dentro de casa y en el aula escolar
Es muy importante comprender que el hacer planas como proceso de grafomotricidad cumple un papel primordial para vencer los déficits en la escritura, siempre y cuando este ejercicio del entrenamiento de la grafomotricidad no se convierta en un ejercicio meramente monótono y repetitivo.
Es fundamental que las actividades de escritura que se implementen con el niño incluyan el juego y la diversión con la finalidad de que la huella del aprendizaje quede plasmada, y el niño tenga más motivación por seguir aprendiendo y participando en las actividades.
Además, es necesario tomar en cuenta los materiales didácticos necesarios para seguir estimulando el desarrollo de la escritura, como el uso de las tijeras (que es un ejercicio que de igual manera fortalece y favorece el agarre del lápiz), el recortar objetos divertidos y de colores llamativos, desde revistas gamer y los personajes que al niño o la niña le llamen la atención, e involucrarnos en la actividad con los niños.
El simple hecho de recortar ya está propiciando un ejercicio en sus dedos y mano. También es conveniente un ejercicio para la parte de su brazo y su antebrazo de manera que identifique las diferentes medidas de fuerza y motricidad a lo largo de éste. Un ejercicio muy bueno para ello, es jugar a los robots con ellos, y que mantengan sus brazos firmes para agarrar objetos, manteniendo rígido el brazo, como un robot, ejerciendo fuerza directa en el brazo y la conexión del hombro, para favorecer la distensión neuromuscular en estos miembros de acuerdo con el psicopedagogo (Millan, 2021).
Otra estrategia para los niños con dificultades en la escritura es que, tanto los padres de familia como los profesores, les permitan hacer el dictado con colores llamativos, diferentes plumones, crayolas de brillos, etc., usando materiales para la escritura que al niño le resulten llamativos, así como hacerles dictados de palabras cortas, que escriban las palabras que ellos quieran, pero con los colores que el niño quiera usar, enfocándonos en que escriba bien las palabras. Algo que también puede funcionar dentro del aula escolar, es que las letras en las que se equivocan con mayor frecuencia en su dictado, las resalten de negro u otro color para que visualmente tengan mayor atención a esas letras, y esta técnica también ayude a su cerebro.
Por otra parte, podemos hacer uso de material, no muy costoso, que ayude a vencer estos déficits en la escritura a través de la realización de diferentes actividades, como enseñarles a bordar con agujas de plástico y punta chata, que se comercializan en los mercados. Esta actividad la pueden realizar siempre en compañía de un adulto. Pueden usar hilos de muchos colores y hacer bordados sencillos en manta o tratar de seguir un patrón de líneas o puntos plasmados en la tela, esto como técnica que ayude a fortalecer su motricidad fina.
4.- Implementar la estrategia del lettering dentro de la escuela y dentro del hogar.
También se pueden usar pinceles para colorear primero el dedo del infante, por ejemplo: éste tomara con un pincel una cantidad pequeña de pintura de una acuarela a la cual pueda tallarle
para crear consistencia, luego se pintará un dedito; puede ser alternando entre el índice, el dedo medio o el gordo, en este caso de su lado derecho si el niño se inclina por ser diestro. Luego que haya pintado su dedo, en una hoja de dibujo pondrá huellitas, y así va a formar figuras, procurando usar los dedos de su mano que use en la escritura.
● Otra técnica para estimular la motricidad fina y con ello la escritura es implementar en los niños actividades con pinzas, como tender la ropa y enseñarles cómo tomar la pinza.
● Colocarles un vasito con agua y liguitas, y con un depilador de plástico el niño vaya sacando las liguitas haciendo uso del depilador
BIBLIOGRAFÍA
Alonso, J. (2003). Prevenir y reeducar la disgrafía
Gatell, A. (2022). Trastorno específico del aprendizaje. Pediatría Integral, 26(1), 21-33.
aprendizaje/
Hernández, G. (1999). Disgrafía. España: Rústica.
Nieto, M. E. (1994). Casos clínicos de niños con problemas de aprendizaje. Ed. Méndez, México.
Portellano Pérez, J. A. (1998). La disgrafía. Concepto, diagnóstico y tratamiento de los trastornos de escritura. Madrid: Ed. CEPE.
Romero, J. F. y Lavigne R. (2005). Dificultades en el aprendizaje: Unificación de criterios diagnósticos. Andalucía: Junta de Andalucía, Consejería de educación.